Josep Sánchez Llibre podía haber sido independentista y no lo fue; podía haberse hecho del Barça y no lo hizo; de modo que acusarle de ser un oportunista es no conocer su trayectoria. Una sociedad pequeña, mezquina y provinciana como en algunas capas lo es la catalana está más que acostumbrada a asistir al cambio de orientación según sopla el viento y nuestro hombre siempre ha sido lo que es y nunca se ha escondido de serlo.
Josep Sánchez Llibre ha sido siempre un mediador, un partidario del pacto, del buen humor y del encuentro. Siempre presta ayuda a quien se la pide y esta última frase les aseguro que no la escribo por escribirla. Es de las pocas personas en España que puede remendar lo que más roto parece, el hilo que puede coser a las personas más lejanas cuando hay buena voluntad para el entendimiento.
Su liderazgo en Fomento no es sectario sino reunidor de la diversidad, tan torpemente expresada durante demasiado tiempo en Cataluña. Podía haber ido a un extremo, humillar a los vencidos –los independentistas– y crear un ambiente otra vez frentista pero con otro dominador. No lo hizo. Lo que en cambio intentó y está intentando es recuperar la convivencia, reservar en el sistema un espacio cómodo para todos, defender a los empresarios pero en la consciencia de que la creación de riqueza tiene que llegar a todos; y sumar puentes y reconciliación donde sólo había odio y posturas violentas y revanchistas.
Hay un carácter, un carácter personal, una decantación que muchas veces es la explicación aparentemente increíble pero cierta de los grandes asuntos políticos. Este carácter, esta decantación simpática de Josep Sánchez Llibre explica las nuevas frecuencias por las que emite Cataluña: no sólo ha sido él, pero sí en parte, y en una parte muy importante.
El que empezó siendo la sombra de Josep Antoni Duran i Lleida en Unió ha encontrado una voz propia, un papel singular que desempeñar en la sociedad catalana y española, y ha conseguido con su aportación y sin traicionar a nadie que una pueblo enfadado con España y que se había dejado arrastrar por la propaganda colectivista se haya convencido de la necesidad de volver a centrarse. La salud no está plenamente recuperada pero se han desinfectado las heridas. Es pronto para hablar de velocidad de crucero alcanzada pero la simple normalidad, que parecía imposible hace cinco años, ha vuelto y para quedarse. Sin la finura de Sánchez Llibre nos habría costado mucho más.
Aunque a veces pueda parecer peculiar en sus equilibrios, él sabe por qué los hace en un mundo en que para conseguir avances tan importante es tener claros los objetivos como las sensibilidades que no hay que herir para evitar que grandes acuerdos se frustren por pequeños detalles. Antes de ponerse demasiado severo con él ante una declaración o un gesto que pueda parecer extraño, es importante que nos hagamos cargo de todo lo que nuestro hombre ha de estar aguantando.