Estamos operando en un mundo donde todo—la tecnología, la regulación, la innovación y las expectativas de los clientes—cambia rápidamente. Como CEO de una empresa de tecnología para ensayos clínicos, veo esto de primera mano. Nuestro campo enfrenta largos plazos de desarrollo, una regulación estricta y una presión creciente por innovar, lo que hace esencial ser una empresa ágil.
Hay que anticiparse a lo que viene y construir una base que permita girar y adaptarse fácilmente. Por encima de todo, hay que estar dispuesto a mantener un contacto constante con los problemas reales que enfrentan los usuarios finales. El resultado de sentir constantemente el dolor y la presión de tus usuarios: mejores productos y un mejor enfoque para resolver sus desafíos.
Desarrollar estrategias conscientes
Para crear estrategias realmente adaptables, es necesario identificar a fondo los problemas principales y explorar múltiples soluciones. Este proceso requiere iteración constante y una priorización implacable. También significa resistir la tentación de aplicar inteligencia artificial a todo. Sin embargo, a menudo vemos lo contrario: herramientas elaboradas para resolver problemas vistosos que en realidad no existen. En los ensayos clínicos, hay una carrera por construir plataformas de última generación, pero olvidamos preguntar si realmente ayudan a las personas sobre el terreno. Preguntar “por qué” repetidamente garantiza que estás resolviendo una necesidad real.
La inteligencia artificial tiene un enorme potencial en los ensayos clínicos, pero su aplicación no es sencilla. Aunque el diseño de fármacos ya se ha beneficiado del uso de la IA, aplicarla a las operaciones clínicas —que involucran a personas— introduce desafíos nuevos y reales.
Una vez que la IA debe interactuar directamente con los participantes humanos o con el personal del sitio, surgen cuestiones como la seguridad, la confianza y el cumplimiento normativo. Esto representa un gran reto al intentar ofrecer soluciones de IA, ya que las personas traen consigo expectativas derivadas de la tecnología que usan en su vida cotidiana, expectativas que muchas veces no se pueden aplicar a las exigencias de las operaciones clínicas.
Entender la perspectiva en el terreno
Demasiadas soluciones se idean en salas de juntas sin hablar con quienes hacen el trabajo diario. En nuestra industria, eso significa investigadores clínicos, coordinadores de ensayos y participantes. Por eso es importante pasar tiempo en el terreno—en nuestro caso, en los sitios de ensayo—para aprender qué funciona y qué no.
A veces, la solución correcta es simple y específica. Por ejemplo, un número sorprendente de problemas, desde los criterios de calificación de pacientes hasta la calidad de los datos, tienen su raíz en aspectos tan básicos como la organización de la información en un documento. Los participantes y los investigadores no deberían tener que navegar por archivos PDF de 200 páginas. Hacer que estos materiales sean más fáciles de leer y usar puede marcar una gran diferencia. Y eso solo se hace evidente cuando escuchas con atención.
Lecciones para otras industrias
Las industrias fuertemente reguladas tienen algo que enseñar. La regulación nos obliga a frenar, a hacer más preguntas y a validar nuestras suposiciones. En sectores de rápido movimiento, suele haber una carrera de la idea al prototipo y al lanzamiento. Pero sin la disciplina de preguntar “por qué”, podrías pasar por alto lo que realmente importa. Puede que lances rápido, pero la solución no perdurará—o peor, resolverá el problema equivocado. En cambio, los líderes que mantienen la curiosidad, escuchan atentamente a sus clientes y permanecen abiertos al cambio tienen más probabilidades de acertar en su objetivo.