Sobre un acantilado en Cape Cod, con vistas panorámicas al estrecho de Nantucket y acceso directo a la playa, una mansión de siete habitaciones vuelve a llamar la atención en el mercado inmobiliario. Entre 2012 y 2013, esta propiedad fue de Taylor Swift mientras vivió su breve romance con Conor Kennedy, miembro de una de las familias más emblemáticas de EE. UU. Ahora se ofrece en reventa por 14.5 millones de dólares, casi tres veces el precio original. Se podría decir que todo lo que toca la cantante se vuelve de oro.
Swift compró la casa por 5 millones de dólares en 2012, en plena relación con Kennedy. La residencia está muy cerca del histórico complejo Kennedy. La pareja terminó su relación en otoño de ese año y, pocos meses después, Swift vendió la propiedad por 5.675 millones, con una plusvalía modesta en ese momento.
La mansión, construida en 1928, tiene más de 465 metros cuadrados y está ubicada sobre un acantilado rocoso que ofrece privacidad y vistas panorámicas al mar. Cuenta con amplios ventanales, acceso privado a una playa de más de 60 metros, siete habitaciones, ocho baños, piscina climatizada, tres garajes y una zona para fogatas, lo que la convierte en una propiedad excepcional dentro del mercado de lujo del noreste de EE. UU.
Actualmente, el inmueble está listado por el agente Robert B. Kinlin, de Berkshire Hathaway HomeServices, por 14.5 millones de dólares. El notable aumento en el valor responde tanto al crecimiento del mercado regional como al atractivo de haber pertenecido a una estrella global. La propiedad se vende completamente amueblada, con diseño interior a cargo de Heather Wells, que busca integrar el estilo costero con la naturaleza circundante.
Esta residencia es parte de un portafolio más amplio de bienes raíces de Taylor Swift en Estados Unidos, que incluye propiedades en Nashville, Los Ángeles, Nueva York y Rhode Island. En particular, su apartamento en Manhattan vinculado a su canción “Cornelia Street” también ha sido noticia por su valor millonario en el mercado.
Tras Cape Cod, Swift se mudó a Rhode Island, donde adquirió una mansión frente al mar de 1.000 metros cuadrados, con 200 metros de playa privada y una historia fascinante relacionada con la alta sociedad estadounidense, la cual inspiró una de sus canciones más conocidas, The Last Great American Dynasty.
