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Cuando Xabi Alonso ganó el partido más complicado… contra Hacienda

El caso se basaba en la legalidad de una estructura fiscal usada para gestionar derechos de imagen a través de Kardzali, S.L., una empresa con sede en Madeira. El argumento de la acusación era que esa sociedad era instrumental y utilizada para reducir el pago de impuestos en España.

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En una era donde las estrellas del fútbol se ven envueltas, demasiado a menudo, en líos fiscales, la historia de Xabi Alonso destaca como una rara excepción: la del jugador que no negoció, no pactó, no cedió… y ganó. Mientras medio planeta habla de su brillante temporada al mando del Bayer Leverkusen y de su traslado histórico desde tierras alemanas al Real Madrid, hay una victoria silenciosa y fundamental que consolidó su imagen años antes: la que logró frente a Hacienda, en los tribunales, sin despeinarse.

Corría el año 2019 cuando la Fiscalía acusó a Alonso de fraude fiscal por casi dos millones de euros, derivados de la cesión de sus derechos de imagen a una sociedad ubicada en Madeira (Portugal) entre 2010 y 2012, cuando jugaba en el Real Madrid. A diferencia de otros futbolistas que optaron por llegar a acuerdos con Hacienda pagando cuantiosas multas para evitar males mayores Alonso tomó una decisión inusual:

«No he hecho nada ilegal, así que no tengo nada que pactar.»

Xabi Alonso

Esa frase marcaría el tono de un proceso judicial que duraría varios años y lo enfrentaría no solo con la Agencia Tributaria, sino también con la opinión pública, en un momento donde cada titular sobre fraude fiscal de deportistas parecía confirmar la sospecha generalizada.

Un Juicio de estrategia, no de fuerza

El caso se basaba en la legalidad de una estructura fiscal usada para gestionar derechos de imagen a través de Kardzali, S.L., una empresa con sede en Madeira. El argumento de la acusación era que esa sociedad era instrumental y utilizada para reducir el pago de impuestos en España. Alonso y sus asesores fiscales defendieron que:

  • La sociedad estaba debidamente registrada y operativa.
  • Todos los ingresos fueron declarados.
  • No hubo ocultación, simulación ni intención de defraudar.

Después de múltiples recursos y resoluciones favorables en primera y segunda instancia, el Tribunal Supremo zanjó el asunto en octubre de 2023: Alonso quedaba definitivamente absuelto.

Xabi, el señor de los tribunales

En su sentencia, el Supremo fue claro: no hubo ánimo de engaño ni delito fiscal. El futbolista actuó «con base en criterios técnicos razonables», y en ningún momento se detectó voluntad de ocultación.

Este no es solo un asunto técnico: es una cuestión de reputación. En un entorno mediático donde basta con una acusación para ensuciar un nombre, Xabi Alonso decidió arriesgarlo todo por defender su verdad. Lo hizo en silencio, sin filtraciones, sin dramatismos, sin un tour televisivo de victimismo. Lo hizo como juega: con precisión, cabeza fría y control del ritmo.

Hoy: un referente más allá del fútbol

A día de hoy, Xabi Alonso es probablemente el entrenador de moda en Europa. Con un Bayer Leverkusen invicto, campeón de la Bundesliga y finalista en Europa League, ha demostrado que su inteligencia táctica no es casual. Pero lo que muchos desconocen es que esa misma mente que disecciona partidos fue la que también resistió y venció en los juzgados. Ahora todos los ojos de Madrid y de otros lugares están puestos en él para la que probablemente será la aventura como entrenador más importante de su vida. Todo el mundo espera un perfil capaz pero, sin embargo, inexperto; sería mejor no subestimar a alguien que en el terreno de juego y (fuera de él) siempre ha sido extremadamente preciso.

Para marcas, inversores y directivos que analizan la reputación de figuras públicas, este tipo de episodios marca la diferencia entre una estrella fugaz y un verdadero activo reputacional. Alonso se posiciona como un valor seguro: confiable, íntegro, constante.

El caso Xabi Alonso nos recuerda que: mientras otros optan por la vía rápida, por pagar y olvidar, él prefirió el camino largo: el del principio, el del detalle, el del sí se puede.

Y lo mejor es que no necesitó abogados mediáticos ni campañas de imagen. Solo necesitó lo que ha llevado siempre: clase y cabeza.

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